Puedo hacer un arpegio para guitarra y coyuyo
Matar otra vez a dios aunque no lo note
Tomar el cielo por asalto, casi nunca huyo
Manejar el girasol, el aroma del jazmín y el viento norte
Puedo ser por 30.000 desconocidos,
y ser amorcida, poeta de rima gorda y alquimista
Crear sueños que me despierten de sueños perdidos
Arder, porque en el fondo soy trotskista
Puedo con un arco iris hacer daltónicas penumbras
Pintar mis días mas desesperados de rojo
Pelear mi corazón con ecos que herrumban
Creer que soy yo quien la escojo
Puedo catequizar rebeldes para mi credo
Escribir feliz para los míos, pero no para la ocasión
Morir sin culpa y con dolor enero tras enero
y seguir latiendo tras “ni olvido, ni perdón”
Puedo todo eso, lo que no puedo,
es dejar de hacer algo por la revolución
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