domingo, 3 de julio de 2011

Habrá mas penas, no olvidos

Habrá mas penas, no olvidos


En Colonia Bella, cerca de Tandil en la provincia de Buenos Aires, ese día amaneció hermoso. La noche tibia, rara para la época del año, estaba pariendo un cielo tan azul y tan profundo que se confundía con la laguna del costado del pueblo, para el lado de Barranca Vieja, como si fuera un tobogán que termina en los modestos muelles. A pesar del calorcito y la quietud de la laguna algunos pescadores estaban tirando unas líneas a ver si picaba algo.
Los pájaros, especialmente los jilgueros y zorzales, no descansaban y llenaban las anchas y vacías calles, la mayoría de tierra, del ruido que no alcanzaban a provocar los dos repartidores de diarios del pueblo, el gallego panadero y sus pasodobles a todo volumen en su Winco, el repartidor de leche y los tres borrachines de siempre.
Era domingo de principios de julio de 1973.
Ese día se enfrentaban desde las 13 hs, porque esa tarde jugaban River y Boca y nadie iría a la cancha, en el clásico del pueblo Deportivo Colonia Bella y Defensores de Colonia Bella. Como en cada una de las dos oportunidades en el año que se jugaba el clásico de nada se hablaba en la semana anterior, pero esa fue distinta. Hacía menos de 15 días Perón había vuelto al país y varios cientos de jóvenes del pueblo, y no tanto, se habían trasladado a Ezeiza a esperar al general tras 18 años de exilio.
La mayoría fue por su cuenta pero unas docenas fueron tras las banderas de la Regional de la CGT, del Comando de Organización, del sindicato de Municipales y otro tanto con las banderas de la Juventud Peronista Trabajadora y los Montoneros.
A pesar de la cantidad de muertos que hubo ese día ninguno lo fue de Colonia Bella pero sí hubo algunos heridos.
Los 618 kilómetros del camino de vuelta desde el aeropuerto se vinieron amenazando con palos desde las ventanillas, gritando, tirándose los colectivos escolares encima.
Y al llegar al pueblo la situación se fue haciendo peor.
Los viejos que dirigían el pueblo no sabían bien que hacer. El interventor de Colonia Bella, no tenían intendente sino que la autoridad era nombrada desde Tandil, es un viejo radical Yrigoyenista, el juez de paz es un viejo gorila amigo del secretario general del gremio de los Municipales y el comisario un viejo peronista de los que supieron poner caños en la Resistencia. Todo tan equilibrado que los tres viejos se juntaban todas las tardes en el bar de don Nicola a tomarse unos “Vermucitos” y a negociar la paz social en el pueblo.
A ellos se sumaba el cura párroco, que desde 1947 estaba con ellos. Nadie sabe bien su historia. Solo conocen rumores que dicen que recién recibido de cura a este lo expulsaron de la iglesia donde estaba por un asuntillo que tuvo con dos seminaristas de 13 y 14 años y que denunciaron los padres de estos. El padre Beto se acercó a algún ministerio y dijo que lo querían echar de la Iglesia por peronista por lo que el gobierno metió presión a la Curia y lo mandaron a ese pequeño pueblo perdido. Desde ese entonces fue fanático peronista. Luego del golpe de 1955 fue fanático de la Revolución Libertadora, luego fanático desarrollista, fanático radical, fanático del Onganiato y de Lanusse y ahora estaba volviendo a ser fanático peronista. Cuando se juntaba con el interventor, el juez y el Jefe de Policía les decía que el era “el verdadero cuarto poder”. Los otros tres lo dejaban hacer porque por medio de las viejas y chismosas de la iglesia el cura sabía en donde escondían sus chanchullos, y otros miembros corporales, los tres ilustres dirigentes.
En las reuniones en el café el tema central en los últimos días era la pelea entre los peronistas porque los cruces verbales entre los dos grupos justicialistas cada vez eran mayores y la tensión iba en aumento.
Los de la CGT se juntaban en el restaurante de la sede del club del pueblo y los muchachos de la JTP en un barcito frente a la estación.
Esa semana había terminado agitada. La casa del secretario de la CGT había amanecido
pintada el lunes con: “Vásquez, traidor, a vos te va a pasar lo que le pasó a Vandor”
Uno de los referentes de la JP había sido despedido de la Municipalidad acusado de recibir sobornos.
Los muchachos respondieron tapando la camioneta del jefe sindical de los Municipales con mierda en mal estado y mandando la foto para publicarla en alguna de las revistas de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo.
Los del Comando de Organización tiraron Gamexane en una reunión de los pibes de la UES con su responsable de Buenos Aires.
También el paredón de la cancha sufrió los vaivenes políticos. Esta era pintada por los de la CGT y por los de la izquierda peronista cada 15, 20 días, pero en esas dos semanas fue tapada y pintada 6 veces. No eran tantos en cada grupo como para dejar guardias a cuidar las pintadas.
Volviendo a ese domingo de fútbol vale recordar que los muchachos de la CGT eran hinchas del Deportivo Colonia Bella y los de la JTP del Defensores de Colonia Bella. Por esas cosas del destino o de las elecciones políticas nadie de un bando podía ser hincha del otro equipo. Como había una sola cancha con dos tribunas, cada equipo jugaba de local domingo por medio, por lo cual rara vez se cruzaban, y los socios de ambos equipos compartían las modestas instalaciones del club.
Salvo en el segundo partido de 1966, en el que el que ganaba el clásico podía ascender al Regional y se cagaron a trompadas al finalizar el partido, jamás hubo enfrentamientos serios, pero ese domingo prometía otra cosa.
Los de la CGT y los Montos el martes se habían citado en la plaza para pelear pero llegó el juez y el comisario y no los dejaron agarrarse.
Todos se conocían desde chicos. Saben donde viven los otros, con quien salen, quienes son sus familias. Incluso los dos dirigentes de ambos grupos venían del catolicismo. Tanto el del Comando de Organización como el dirigente Montonero provienen del grupo Tacuara, incluso hay quienes insinuaban que estaban en la misma célula partidaria.
Últimamente se estaban llevando muy mal pero no siempre fue así.
En una oportunidad, cinco meses atrás, dejaron sus diferencias de lado para echar del pueblo a tres troskos del PRT que venían a solidarizarse con los pocos trabajadores de la fábrica de repuestos para tractores que funcionaba en el pueblo. Estos desde hacía unos meses venían discutiendo con el dueño, que también tenía muchas tierras cosechadas, por mejoras laborales. Según les contó el comisario a los de la CGT y a la JTP seguro habría algún militante “tapado”, por eso los troskos se hacían los 370 km que los separaba de Bahía Blanca para apoyarlos y tratar de llevarlos a la reunión de la Coordinadora de Gremios en Lucha que se haría en esa ciudad a fin de mes.
La cuestión es que los dos grupos peronistas esperaron una madrugada al Renault 6 de los troskos en la ruta, alguien de la policía les avisó cuando pasaron por un puesto caminero, y a los gritos de “No rompan mas las bolas, con la Coordinadora” se les fueron al humo una veintena con palos, cadenas, armas cortas. Si no fuera porque los troskos también estaban armados y se la bancaban ese día se la hubieran visto muy fea. Solo se fueron con el auto abollado por los golpes y un vidrio roto, amén de la noche que les hizo pasar en el calabozo el comisario pidiéndole un favor a su colega de Perales.
Pero ahora estaban enfrentados.
La Patria Socialista y la Comunidad Organizada los diferenciaba aunque según el bibliotecario, el intelectual del pueblo, para Perón no había diferencia.
Entre tanto en Colonia Bella ya es mediodía. El sol cae con la dureza de enero blanqueando con retazos circulares el tremendo azul del cielo.
Dos señoras vecinas salen a la puerta cubiertas por sendos sombrerotes de paja para arreglar sus jardines, luego de haber hecho los mandados, y para acompañar a sus maridos que se van para la sede del club a tomar algo antes de entrar a la cancha. Uno es de Defensores, el otro del Deportivo. Luego que se marchan, no sin antes apostarse un Fernet y una picadita a mano de sus equipos, las señoras se quedan hablando.
-¡Qué hermoso día, viste Rosa!
-Sí. Ideal para ir a la cancha. Yo fui una sola vez y la verdad no me gustó. Ricardo quiere que lo acompañe pero no. A mí dejame con mis plantas. En un ratito me voy a ver un poco en la tele a Silvio Soldan y a los chicos del secundario del Nacional de Villa Perales donde va el hijo de mi comadre.
-Che, hablando de todo un poco: ¿viste el lío que hay entre los muchachos peronistas? Después de lo que pasó los otros días en Ezeiza parece que hoy se van a pelear. Se ve que son jóvenes pero parece mentira que hagan eso, si son todos peronistas.
- Ay, yo de política no entiendo nada. Ricardo dice que los peronistas son como los gatos. Parece que se están peleando pero se están reproduciendo.
-Que gracioso. Yo tengo un poco de miedo por el Quique, mi sobrino. El está con los que mataron a Aramburu y mi hermana tiene un jabón bárbaro.
En tanto el partido fue muy malo y terminó empatado. Nadie quedó feliz. Los del C de O y la CGT dirigían los cantos de la hinchada del Deportivo y los muchachos de la JTP los de la hinchada de Defensores. Todo el partido se estuvieron amenazando y dándole poca bola al juego.
Los dos grupos al terminar el partido, no son entre todos más de 50, sacan las cadenas que habían escondido, los palos, las cachiporras, algunos revólveres y se dirigen a la plaza del pueblo.
Ya el interventor, el juez y el comisario habían acordado no intervenir, tampoco tenían como, ya que sumando a los policías con los bomberos eran 23. Después que se lastimaran un poco los dispersarían.
Doña Rosa y su vecina viven frente a la plaza así que ven llegar los dos bandos, uno de cada lado de la calle principal de Colonia Bella. No saben bien que puede pasar pero sus maridos les dijeron que era inevitable.
Ya están a 30 metros los unos de los otros. Están de testigos el juez de Paz, el interventor, el comisario y sus 23 efectivos, los tres periodistas de los dos diarios del pueblo, los jubilados que dejaron por un rato su partido de bochas, doña Rosa y su vecina.
A todo esto en la tele se oye de fondo y amplificado porque todas las casas parece que estuvieran escuchando lo mismo, a ese señor con el peluquín horrible que conduce un programa de concursos para estudiantes secundarios. Los que ganan van a Bariloche de viaje de egresados. Mientras los del C de O y la Tendencia Revolucionaria se van a matar a golpes y se acercan al grito de ¡Perón, Perón, Perón! el señor del televisor grita eufórico y mirando a la cámara: ¡Feliz domingo para todos!
La vecina de doña Rosa mira casi sonriendo maternalmente a los muchachos peronistas que ocupan cada bando. Huele el olor inconfundible del asado que varios vecinos están almorzando, mira el cielo tan limpio y tan azul donde no hay ni una nube y le dice a su vecina antes de entrar a ver la tele y mientras comienzan a volar las primeras piedras y palos:
-Hoy es un día peronista.

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