martes, 29 de mayo de 2012

Dos días que conmovieron al mundo

Dos días que conmovieron al mundo







Antes que los 200 años y monedas de la Patria Argentina, asesina serial e impune, prefiero los 43 años del Cordobazo, uno de los momentos más ricos de la rica historia de lucha y experiencia política de los trabajadores argentinos. Este dio lugar al surgimiento de una numerosa vanguardia obrera y juvenil clasista y revolucionaria que planteaba un cambio radical de la sociedad. Cuando el sistema capitalista pretende hacernos pagar a los trabajadores la crisis que ellos mismos provocan, y somete a otros sectores humildes a la más brutal opresión y explotación, reconstruir la memoria de estas experiencias es un elemento primordial para la necesaria refundación como herramienta política del clasismo entre los trabajadores, con intenciones revolucionarias y socialistas.










Mayo de 1968 es un polvorín mundial. Arde Paris, Cuba hace años terminó de expropiar a la patronal, el movimiento de las minorías negras en EEUU está en su apogeo, se viene el verano caliente en Italia, la primavera de Praga, Tlatelolco en Méjico. Pero en ningún lugar los obreros son el corazón de las movilizaciones y menos aparecen para quedarse por largos años como actores principales de la política.

El Mayo Argentino es un mes revolucionario. El centro de la escena lo ocupan los trabajadores. Estallan revueltas y enfrentamientos contra la policía y la dictadura militar en todo el país. Esta la pólvora y esta la mecha. Los militares traen los fósforos.



El espejo retrovisor



En 1966 Onganía derroca mediante un golpe militar al gobierno radical de Arturo Illía. Del golpe a Perón pasaron 11 años. Los milicos lanzan una serie de medidas antiobreras como congelar la Comisión del Salario Mínimo, Vital y Móvil. Imponen el arbitraje obligatorio en los conflictos laborales y la ley de represión de los conflictos sindicales. Intervienen sindicatos. Modifican la Ley de indemnizaciones por despidos y aumentan la edad para jubilarse. Dictan la llamada Ley de represión del Comunismo y bajo la acción de la Dirección de Investigación de Políticas Antidemocráticas persiguen y encarcelan a militantes populares. Estudiantes y docentes universitarios fueron desalojados a palos por la policía, en lo que se conoció como “La noche de los bastones largos”.

Krieger Vassena como ministro de Economía, abre las puertas a los monopolios internacionales. Perón desde Madrid, ante la llegada al poder de Onganía llama a “desensillar hasta que aclare”, lo cual significa abrir expectativas en el nuevo dictador, y la burocracia sindical, tomando las directivas del líder exilado, busca participar en el proceso. Esto trajo aparejado una división de la CGT, surgiendo como alternativa a la CGT “participacionista”, la CGT de los Argentinos liderada por Raimundo Ongaro, dirigente gráfico y que nucleaba a gremios más chicos con direcciones combativas.



Todos los caminos conducen al Cordobazo



Ante las medidas de Onganía empieza la resistencia. En septiembre de 1968 los trabajadores de la refinería de YPF en Ensenada, cerca de la Plata, inician 50 días de huelga. En enero del 69 los gráficos de Fabril Financiera y los metalmecánicos de la automotriz Citroen comienzan otros 40 días en paro. En las tres hubo piquetes en las puertas y enfrentamientos con los carneros.

Hacia fines de 1968, la concesión del comedor estudiantil en la ciudad de Corrientes fue entregada al hacendado Solaris Ballesteros, quien inmediatamente después de la privatización aumentó el valor del ticket de $27 a $172 lo que provocó la reacción de la comunidad universitaria, fundamentalmente de los estudiantes, que representaban una población de alrededor de 5.000 jóvenes.

En marzo de 1969, estos estudiantes resuelven no comprar más el ticket del comedor reclamando también el fin de la privatización. La CGT regional habilita una “olla popular” donde irán a comer los estudiantes. Los jóvenes crean una Junta Coordinadora de Lucha, de las que formaban parte las distintas corrientes políticas estudiantiles, que organiza las posteriores manifestaciones de protesta.

El 15 de mayo, en una de estas manifestaciones, una columna de 4.000 personas que recorría la ciudad chocó con la policía. En el enfrentamiento muere baleado el estudiante de medicina Juan José Cabral. Esa noche, la CGT correntina llama a un paro general para el día siguiente en homenaje a Cabral y como repudio a su asesinato.

El 17 de mayo, en tanto, en la ciudad de Rosario se efectúan actos y una gran marcha. En la Galería Melipal es baleado en la cabeza Adolfo Bello, estudiante de 22 años. Internado en el Hospital Central, muere seis horas después. Se organiza una “marcha de silencio” que arranca con unos 1.500 estudiantes. El operativo policial era tal que los propios organizadores no estaban seguros de poder llegar al centro rosarino. Pero se fueron sumando obreros y estudiantes, principalmente de las escuelas secundarias, lo cual significó que la movilización cobrara fuerza y llegara hasta el centro, donde choca con la policía que, en medio de fogatas, autos volcados y barricadas se ve desbordada. Manifestantes ocupan la radio LT8 y cuando se están retirando son atacados por la policía que asesina al obrero y estudiante secundario Luis Norberto Blanco de apenas 15 años.

El 22 de mayo, con la policía impotente para detener el estallido, el gobierno nacional declara la ciudad de Rosario “Zona de emergencia bajo el control del Tercer Cuerpo de Ejército”. El 23 se decreta un paro general regional para acompañar los restos de Blanco.

La Plata y Tucumán también son sacudidas por explosivas manifestaciones durante todo el mes.



Paso, paso, paso, se viene el…



Los trabajadores vienen soportando el ataque de la patronal contra sus organizaciones sindicales y sus derechos, por medio de los militares, desde el derrocamiento de Perón en 1955. Pero la resistencia obrera logro mantener, a cambio de luchas durísimas, muertos, torturados, los delegados por sector en las fábricas, las comisiones internas e incluso algunos sindicatos.

Esta independencia relativa del movimiento obrero de los militares y de Perón en el exilio, se ve potenciada en Córdoba que cuenta con una gran concentración obrera industrial y una numerosa población estudiantil. En setiembre de 1968, la CGT cordobesa y el Frente Estudiantil en Lucha organizan una semana de protesta al cumplirse el aniversario del asesinato del estudiante Santiago Pampillón que fue violentamente reprimida, así como otros actos que se realizaron contra el gobierno.

En mayo de 1969, los trabajadores del transporte y otros gremios declaran un paro provincial de actividades para los días 15 y 16 en protesta por la eliminación de las quitas zonales y el no reconocimiento de la antigüedad por transferencia entre empresas, respectivamente. Unos días antes habían sido reprimidos los obreros mecánicos que salían de una asamblea en el Sport Club. En este marco de agitación política, los cordobeses reciben la noticia del asesinato de Cabral en Corrientes y de Bello en Rosario. Ante la bronca los estudiantes organizan una huelga el día 21, y el 23 de mayo ocupan el Barrio Clínicas en donde chocan con la policía. Tres días después ambas CGT (las de Vandor y Ongaro) llaman a un paro nacional para el día 30. En Córdoba se decide parar desde un día antes, el 29, por 37 horas a partir de las 11 en forma activa, con abandono de trabajo y concentraciones públicas de protesta. La medida recibe el apoyo del movimiento estudiantil.

El 29 de mayo amanece tenso. Muchos trabajadores comienzan a abandonar las fábricas antes de la hora fijada y empiezan a marchar hacia el centro cordobés. Las fábricas automotrices quedan vacías rápidamente y constituyen el grueso de la movilización obrera junto a otros gremios que se van sumando a la movilización. Mientras algunos estudiantes se meten en las columnas de obreros que comienzan a marchar en forma organizada desde distintos puntos de la ciudad, las fuerzas policiales han desplegado un abanico de tropas, carros de asaltos y camiones hidrantes a la espera de la movilización. Como otras veces intentan cerrar todas las entradas a la ciudad e ir frenando la movilización columna por columna. Esta vez les será imposible.

El gobierno dispone que el transporte público abandone el casco céntrico. Los trabajadores de Luz y Fuerza y de la Administración Central pretenden organizar un acto a la altura de Rioja y General Paz y son atacados con gases lacrimógenos.

En un área de aproximadamente 150 manzanas, los manifestantes comienzan a enfrentar a la policía. Al medio día, los cruces en decenas de esquinas eran generalizados y cada vez más violentos.

Una columna de tres mil obreros de la planta de Santa Isabel de IKA-Renault hace su entrada en la ciudad por la ruta Nº 36, llega hasta la Avenida Vélez Sarsfield y supera la barrera policial. Poco después chocan con otro nutrido grupo policial, a la altura del Hogar Escuela Pablo Pizzurno, y los policías deben cubrir su retirada a balazos. En medio de barricadas y automóviles incendiados, los obreros y los estudiantes van ocupando el centro de la ciudad. Muchos vecinos apoyan a los manifestantes y pasado el mediodía varios destacamentos policiales se retiran a sus comisarías mientras los que quedan en las calles comienzan a disparar sus armas a mansalva ante el torrente imparable de manifestantes que corre por las calles, se encuentra, se multiplica y se mezcla desbordando las fuerzas represivas. Muchas comisarías son rodeadas y por la noche serán incendiadas.

En la esquina de Blas y Bulevar San Juan, cae herido de muerte el obrero mecánico Máximo Mena de 27 años. La noticia corre como reguero de pólvora entre las distintas columnas que se acercan al centro, por medio de los correos que en motos llevan y traen mensajes coordinando la movilización.

A las 17 horas con la policía totalmente desbordada, entra en escena el ejército con la Cuarta Brigada de Infantería Aerotransportada y efectivos de otras compañías, la Aeronáutica y la Gendarmería, al mando del General Carcagno.

Ante el avance de las tropas, grupos de obreros y estudiantes organizan un sistema de comunicaciones consistente en “correos” que se desplazan por los techos, avisando sobre la ubicación de las tropas, a los que están en la manzana siguiente y enfrentan a los soldados arrojando bombas “molotov” desde los terrazas y tejados.

Las tropas consiguen despejar el centro luego de furiosas luchas y los manifestantes se repliegan a los barrios, entre ellos el Clínicas donde viven muchísimos estudiantes, para resistir la represión. Por la noche, la agitación se traslada a otros barrios, como Alberdi, Alto Alberdi, Talleres, Juniors, Villa Páez.

Esa noche miles de obreros no vuelven a sus casas. Se preparan en los techos, en los patios de las casas de sus padres, sus tíos, los padres y tíos de amigos y desconocidos para frenar a los milicos.

Un joven barbudo, tal vez estudiante de química, tal vez militante, termina de explicar a un grupo de aún más jóvenes, por ahí secundarios, como hacer una bomba molotov. No hay nombres, solo seudónimos. –Toman una botella de vidrio, la llenan de nafta y si hay aceite de motor mejor porque impide que la nafta se desparrame pronto. Si hay, mitad y mitad de cada uno, no hasta el tope, se tapa la botella y se la agita para que se mezclen. Luego la destapan, le agregan un chorrito de ácido sulfúrico, tengan cuidado que el ácido quema todo lo que toca, piel, ojos, y se cierra bien la botella con un corcho y lacrándola derritiendo plástico a algo sobre el corcho. Para el detonante se usa hidróxido de potasio, una cucharadita alcanza, se consigue en cualquier droguería. Se hace un sobrecito con papel doblado, puede ser papel higiénico, se lo cierra y se lo sujeta a la botella con dos banditas elásticas. Al arrojarla y romperse el vidrio el ácido hace contacto con la potasa, eleva su temperatura y se incendia, incendiando la nafta. Si al llevarla notan que la temperatura se eleva no teman que es normal. Sin el potasio no se enciende. Otro joven, aún más joven, le dice que no hace falta tanta técnica. –Botella con nafta, trapo en el pico, corcho, le prendés fuego y la tirás. El mayor, de 21,22 años, condescendiente, le dice –Es peligroso, se te puede chorrear nafta en la ropa, puede desprenderse el trapo y la nafta sola no se enciende, de noche podés delatar tu posición al enemigo al encender el trapo o arrojar la botella. No conforme el más joven sabía que los dos tenían razón.

La noche fue oscura, fría, muy larga. Molotov, disparos con armas cortas, gritos, corridas. Les gritan a los milicos, en especial a los más jóvenes “Soldados, hermanos, no tiren”. A poco de la madrugada algunos obreros empiezan a volver con cuidado a sus casas. Saben que con el día la búsqueda sería muy prolija.

Al día siguiente la lucha sigue pero ya más apaciguada. Los obreros de Luz y Fuerza devuelvan la electricidad a los barrios que habían cortado para complicar el avance de los militares.

Comienzan a organizarse comisiones obrero-estudiantiles para decidir como seguirla, ayudar a las familias de los 500 asesinados, luchar por la libertad de los presos políticos

El 30, las tropas de Calcagno recuperan el control de la ciudad y comienzan a actuar los consejos de guerra que juzgan a los detenidos.



Algunos pareceres



El Cordobazo fue parte de un proceso que abarcó no solo a la Argentina sino a franjas del movimiento de masas a nivel mundial. La marca de clase distintiva con respecto a otros procesos de movilización en el mundo, es el protagonismo determinante del movimiento obrero en alianza con el estudiantado como final y como principio de un mayo de 1969 revolucionario en todo el país. Estos procesos en distintas partes del mundo conmovieron y cuestionaron en las calles las bases de dominación capitalista.

Es un error quedarnos con la idea que a partir de reivindicaciones mínimas como la protesta por el encarecimiento de un comedor estudiantil o por las quitas zonales, o del sábado ingles se desata este proceso revolucionario.

Como parte de esta situación surge una numerosa vanguardia obrera y estudiantil que logra ( por ejemplo) antes de fin de año, y a pesar del fuerte gobierno represivo, que ya no queden presos políticos del mayo caliente argentino y que mejor se expresó en la organización y consolidación en cuerpos de delegados, comisiones internas clasistas, revolucionarias, con sus máximas expresiones en el clasismo cordobés ( Si.Tra.C, Si.Tra.M), y en mecánicos con Rene Salamanca, en Buenos Aires con el TAM en el SMATA y la interna del Banco Nación, Que siguió latiendo en los “Villazos” de Villa Constitución, en las Coordinadoras de gremios en Lucha, en sindicatos regionales, y centros de estudiantes y que a su vez nutrieron y fortalecieron organizaciones de izquierda, planteando como alternativa al régimen existente la necesidad de un cambio revolucionario. Los métodos de lucha estaban acordes a la situación de represión y conciencia revolucionaria: tomas de fábricas con rehenes, organización de piquetes de activistas que enfrentaban la violencia policial con barricadas y “molotov” y terminan por hablarnos del grado de combatividad en aquella etapa.

En Córdoba entre 1969 y 1971 hubo 19 paros generales provinciales, mientras que convocados por las CGT a nivel nacional fueron solo fueron 4, con al menos 30 ocupaciones de fábrica con rehenes.

El Cordobazo que se “extendió” hasta el golpe de 1976, nos dejo al menos 50 muertos, 500 heridos y otros tantos presos acusados en Consejos de Guerra militares.

Una de las razones por las cuales no pudieron vencer a los militares en las calles fue la falta de una dirección clasista y revolucionaria lo cual quedo plasmado en que una vez desalojados del centro por la policía, los obreros y estudiantes no tuvieron una estrategia de poder o al menos una clara para pelear por el fin de la dictadura, y se refugiaron en los barrios solo a defenderse del ataque. No hubo un programa para el resto de la población sobre reivindicaciones democráticas como el fin del gobierno de los milicos, el juzgar a los asesinos militares y a la patronal que avaló los golpes, frenar el aumento de alimentos, de alquileres, etc. y que esto solo se lograría hasta el fin si esas peleas las encabezan los trabajadores en la pelea por una sociedad de iguales.

Para esto hacía falta no solo la voluntad política de esa vanguardia sino un grupo que les transmitiera la experiencia histórica de las luchas más duras de los trabajadores y el pueblo pobre. Esto solo lo puede transmitir un partido socialista revolucionario.

Otro factor ausente fue un organismo de coordinación con delegados revocables y con mandato de las fabricas, con representantes estudiantiles y de los sectores pobres de los barrios que organizaran un mínimo programa, la resistencia efectiva contra la represión y luego una contraofensiva popular.

Lo que a simple vista pareciera ser espontáneo tiene sus profundas raíces plantadas en años de luchas desde el golpe de 1955, en respaldarse en las organizaciones de base en los establecimientos fabriles, en la situación de ebullición mundial, en las experiencias de tantas luchas, en un sistema social que siempre está agonizando.

Lo mejor del Cordobazo excede esos dos días en que obreros y estudiantes tomaron la ciudad, pusieron a correr a la yuta (como en la Semana Trágica), pretendiendo vengar a los jóvenes asesinados en Corrientes, Rosario, Córdoba, en la Resistencia Peronista, en Suárez,…y que mantuvieron vivo ese hilo de sangre y rebelión durante los siete mejores años que tuvimos los explotados de este país desde El Mayo Argentino hasta el golpe del 76.

El Cordobazo, como toda gran lucha obrera y popular no pasó en vano. Parió a lo mejor de nosotros, a una generación solidaria, generosa, que fue capaz de pelear y dar la vida por una sociedad de iguales.

Los hijos del Cordobazo están en nuestros 30.000 desaparecidos. Nosotros también somos sus hijos.



Horacio Ramos



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